CN | Jose Mena Àlvarez
Maig de 2009
Serra de Navarrés, camí embassament d’Escalona i Tous. Matí assoleiat, el ramat pasta tranquil·lament en un hort abandonat. De cop i volta, una ovella es posa de part. El pastor dies enrere ja ho havia advertit: “Mañana hay cambio de luna y es fácil que empiecen a parir las ovejas”. Així passa, una ho fa i parix dos corderets.
A l’ombra d’un gran cirerer, ens disposem a donar compte d’un esmorçar benvingut, la muntanya obre la gana. Ramon m’explica el que li va passar a un pastor estant de “majá” a la serra de Bicorp a la partida de la Juanera: “el hombre se acercó de noche a beber en una fuente y le picó un sadetón1, los hijos le rasgaron la zona afectada para que el veneno no pasara a la sangre y lo cargaron en una caballería tirada por una mula y se lo llevaron a Ayora al médico”. (Nota: aquí parlar una mica del Sadeton i de les serps: Ramon distingeix a la perfecció el tipus de colobres que serpegen per la muntanya i la seua perillositat, doncs en això hi ha la cura de les seues ovelles i la seua propia: el sadetó és la escurçó, en canvi el sacre és la serp d’escala, mentre que la serp verda és la serp bastarda).
1 A menudo los reptiles salen con facilidad en las conversaciones con los pastores. No se dejan ver tanto en el prado, donde saben esconderse de la presencia humana y son sorprendidos en raras ocasiones. De hecho los pastores saben más de ellos por la herida de alguna oveja que por visión directa de dichas alimañas. Sin duda que lo que cuentan alrededor de estas sierpes ponzoñosas tiene su correlato real, pero a menos que uno racionalice medianamente sus comentarios, se da cuenta de que estos están envueltos de cierto ropaje mítico. Parece que sean relatos que emanan de bestias medievales recogidas en algunos escritos por personas que las oyeron a sus ancestros. Los relatos, con el tiempo, iban cobrando razón épica y de leyenda, lo que hacía de estos animales enormes y peligrosos monstruos peludos. Se trataba de bestias imposibles que atemorizaban los sueños de los indefensos pastores y labradores. Seguro que todo ello tendrá una explicación científica, pero al escuchar tantos relatos en torno a éstas, uno se pregunta, mirando intranquilamente a su alrededor y mientras siente un leve escalofrío: ¿Quedará alguna? ¿Será verdad todo, o parte, de lo que se dice? ¿Nos observará para acecharnos?
En los mitos griegos la serpiente aparece descrita bajo la forma de un monstruo con alas de dragón, y se cuenta que se entretenía asolando la región griega donde se asentaba el monte Parnaso, cerca de Delfos, y que allí devoraba a hombres y animales, sembrando el terror con su temible presencia. Otros autores vinculan el nacimiento de la serpiente con el diluvio que asoló la tierra en el principio de los tiempos. Por culpa de las depravadas costumbres de la raza humana, Zeus envió un diluvio para acabar con los hombres. Solo sobrevivieron dos personas: Deucalión y su mujer, Pirra, que consiguieron salvarse por haber llevado una vida recta y acorde con los mandatos de los dioses. Ya en el Antiguo Testamento, concretamente en el libro del Génesis la serpiente es la instigadora del hombre, y, en el libro del Apocalipsis del Nuevo Testamento, representa la bestia que con sus fauces intenta devorar al Salvador del mundo.
Asimismo, los autores clásicos vinieron a alimentar el mito, de modo que se ha ido configurando una auténtica leyenda entre los pobladores del campo. En el siglo I, Plinio el Viejo, escritor, científico y militar romano, nos habla del iaculo. Lo muestra como un animal que atraviesa las ramas de los árboles, al que le atribuye capacidad voladora: “El iaculo se arroja desde las ramas de un árbol, de modo que no es solamente peligroso en tierra, sino que vuela a través del aire como el proyectil de una catapulta” (Plinio el Viejo. Historia Natural, libro VIII, 35.).
Del mismo modo, San Isidoro de Sevilla, en el siglo VII y en sus Etimologías, donde viene a definir qué es la historia, realiza un breve pero interesante comentario acerca de esta serpiente voladora: “El yáculo es una serpiente voladora. Saltan desde los árboles y se lanzan sobre los animales que pasan, a lo cual debe su nombre, saeteras (Iaculi)”. (Isidoro, San. Etimologías. Libro XII, 4: 29.). Y de ahí, viene el nombre de Sadetón, que tanto nombran los pastores del Caroig.
Desde esta perspectiva, y sabiendo que no todo es leyenda –pues estos fragmentos vendrán dados por la observación de los distintos naturalistas-, no es difícil entender el cómo se ha ido fraguando todo este tipo de creencias en monstruos capaces de asaltar el ganado e incluso al hombre.
En un bosquet molt a prop sentim el cant del cucut i Ramon, de forma sobtada i tallant part de la llonganissa, acompanyada d’un rosegó de pa i mentre s’encongeix pel glop de vi baralló que porta en una xicoteta bota, ens recita uns versos populars sobre tan singular ocell. La curiositat d’esta au és que pon els seus ous en niu aliè, de manera que una altra mena d’ocell criarà els seus pollets sense saber-ho. A més, els pollets del cucut són més grans de mida que la resta, per la qual cosa els altres fills, o bé seran llançats a terra i condemnats a l’òbit, o bé moriran de gana per no poder competir amb estes espoliadores cries:
“Cuco, pájaro que nunca anida,
pone un huevo en nido ajeno
y otro pájaro lo cría”.
Tot seguit deixa de parlar de les alimanyes del camp i torna amb un refrany que es dirigeix als pastors. En parla d’ells com a homes que vaguen sense calor de la llar, que de dia van pel camp i de nit als corrals. El seu treball requereix una atenció constant, ja sigui per a la pastura i el bon aprovisionament del bestiar o per a l’atenció de qualsevol malaltia o cria dels animals. Afirma que són molts, els que despectivament s’hi dirigeixen amb estes rimes, ja que segons molts el seu treball els aparta de les relacions socials i es converteixen en estranys per al comú de la gent, com diu el vers en bruts i animals:
Los pastores no son hombres
que son brutos y animales,
que de día van por el campo
y de noche por los corrales.
Este refrany no és del seu gust, ja que no ho considera just i adequat a la realitat que viuen els pastors. És cert que la seua tasca exigeix un sacrifici enorme, però no és menys cert que els capacita per percebre detalls que altres són incapaços de veure, i a l’instant reformula el vers canviant les estrofes. És un vers preciós i carregat de simbolisme, ja que se sap que, en néixer el nen Déu a la gruta de Betlem, van ser els pastors, els més humils sobre la faç de la Terra, els primers a rebre la notícia i a adorar-lo:
Los pastores no son hombres
que son ángeles del cielo,
en el adorar al niño
fueron ellos los primeros.
Font de l’article: Menanat.com